Cada necesidad del cuerpo responde a una lógica, la de la propia vida, pero nada explica el sentido último de esta. A menudo, en su dinámica, deja las proposiciones del lenguaje flotando como ecos en una sala vacía, abandonada, pura teoría… Así se nos va.
El cuerpo es evidencia. Y signo. Marca de lo pasajero, también. Recordatorio. No decimos de lo imperecedero que posea un cuerpo. Son las estructuras y tejidos, esta sustancia que muta y que a menudo sentimos nada más habitar, cuanto nos impide despojarnos de la noción lineal del tiempo… Nacemos y morimos, por medio, una trama de invenciones.
He aquí, por todo lo dicho, materia para Sergio Palazon. Él comparte con nosotros la experiencia de sus provocaciones: de un lado la que surge en él y de otro la que sin duda pretende por respuesta.
Todo juicio requiere de categorías. Tienta a la fácil calificación cuanto a simple vista desafía lo ordinario, lo convencional. En extremo, asoma la ocasión ante lo nuevo para reducirlo de inmediato a términos más fácilmente manejables, simples; es reflejo del miedo. Nada más natural que el miedo, precisamente, a lo desconocido. Así, por desproporción, hablaremos de lo monstruoso y por exagerado, de lo grotesco y/o caricaturesco.
Pero siendo que nada propio del cuerpo escapa a una función determinada (incluso como atrofia evolutiva, camino de mutar), es más prudente atender, en los cuadros de Sergio, con la composición, la verdad que enuncia con su nueva apariencia cada órgano, cada miembro «deforme».
Claves primarias, las llaman. De gran complejidad. Se trata en realidad de sostenimientos o variaciones de determinados gestos, que afectan los rasgos o son, incluso, condicionados por estos, en la conformación de la persona expuesta a los demás: una imagen en parte voluntaria, ensayada a menudo, pero con mucho de inevitable, revelador. Hay en cada rostro, por último, algo de tensión que desaparece con la muerte, mucho más allá del simple descanso en sueño.
En la vida cotidiana, se trata para muchos de algo imperceptible.
Esto va más allá de la técnica, del oficio en sí mismo. Como visión, ofrece más…
Cabe señalar, de todos modos, que hay formas de acompañar. Y una, en efecto, es cuestionando. Bien dices que es lo que menos se hace hoy. De manera que buena parte de los retratos «atractivos», apenas y son como falsas sombras: formas mudas de sentido. Ecos del ego, para la demanda…
La vida es mucho más.
Felizmente, están quienes claramente dicen lo propio al respecto. La comunicación pervive. Heredamos; continuamos con una suerte de corriente, no de estilo, mas sí de sentido…
Hay, no obstante, más que nutre esta propuesta tuya…
Mis influencias son tantas como cosas veo desde que me levanto… Ando como una esponja absorbente. En cuanto a las artísticas, propiamente, son también resultan en un gran número y no me puedo decantar por ninguna en particular; forman capas que se van sobreponiendo sin que se sepa claramente cuál es la más importante: todo está, yace y opera.
Da para largo…
Sergio is the best!